El hechicero supremo

Título: El Hechicero Supremo
Autor : Luis Alfonso Lofforte  


"El mago hizo un gesto y desapareció  hambre,
hizo otro gesto y desapareció la injusticia, hizo
 otro  gesto y se acabó la guerra. El político
  un gesto y desapareció el mago."
Woody Allen


                      

                            

El otrora Hechicero Supremo se había convertido en la última gran noticia del reino. Relevado, y expulsado del consejo, ahora no era más que un brujo callejero que frecuentaba tabernas de mala muerte en los recovecos más sombríos de la ciudadela. La gente siempre comenta, y por ende, las especulaciones sobre el porqué de aquello eran, como mínimo, floridas. Que si hacía pactos indecorosos con el enemigo. Que si desviaba recursos de las arcas reales. Que si era, más bien, culpa de la coyuntura que arrastraba el consejo y estaban reduciendo plantilla... De todo un poco. Pero según sus propias palabras, se debía a una disputa personal con el rey por negarse a desaparecer a alguien... Claro que, al final, el rey era también hechicero y lo había desaparecido él mismo.
-Sí hubiera sabido que esto terminaría así no me hubiese negado. Total... -dijo y se bebió la jarra de cerveza de un trago.
-¿Entonces es cierto que el rey es un hechicero? -le preguntó el tabernero visiblemente anonadado.
-Sí... -le contestó- Ahora sirveme otra cerveza.
-Vaya! -dijo el tabernero mientras llenaba la jarra- Pensé que solo eran habladurías.
El brujo se terminó la cerveza, pidió otra, y prosiguió:
-Pues es bien cierto. De que otra manera se puede llevar este reino si no es con magia.
-¿Y que piensas hacer ahora?
El antiguo hechicero supremo lo miro con desconfianza. Se decía que en aquel reino por cada cuatro personas habían ocho orejas del rey.
-Eso es asunto mío -le dijo.
Por supuesto ni la magia puede con el alcohol. Y tras muchas jarras se volvió más elocuente y sincero. Rozando el peligro... Más bien, chocando de frente con el peligro.
-Nuestro rey es un tirano -soltó sin más.
Al tabernero se le cayó un tarro de aguamiel.
-Pero yo lo he planeado todo muy bien. Me largare de aquí.
-No serías el primero que intenta irse... ¿Cuál es tu plan? Te lanzaras al mar o intentarás atravesar el muro.
-Nada de eso -contestó-. El muro es totalmente infranqueable. Y el mar... Es una locura con la plaga de sirenas que hay...
-Entonces?
-Lo primero será provocar un eclipse solar, invocar la luna de sangre y alinear las estrellas del norte.
-¿Y acaso puedes hacer eso?
-¿Con quien crees que estás hablando? Yo era el hechicero supremo, no cualquier mago barato. Claro que puedo.
-Si tu lo dices... ¿Y luego qué?
-Luego pues trazaré el signo del rey demonio con polvo de cuerno de unicornio. Por supuesto antes tengo que cazar un unicornio, claro está...
-¿Cazar un unicornio? ¿Y acaso puedes hacer eso?
-¿Con quien crees que estás hablando? Yo era el hechicero supremo, no cualquier mago barato. Claro que puedo -repitió.
-Si tú lo dices... Y después?
-Pues obviamente después invocare al rey demonio y lo derrotaré. Entonces, a cambio de su vida le pediré que me saque de esta cloaca...
-¿El rey demonio? El mismo que arrasó ciudades enteras. El mismo que requirió ejércitos de todas partes para ser devuelto al inframundo. ¿Tú lo vas a derrotar? ¿Y acaso puedes hacer eso?
-¿Con quien crees que estás hablando? Yo era el hechicero supremo, no cualquier mago barato. Claro que puedo -repitió.
-Y si te cogen antes de que termines...
- Es imposible. Lo haré todo antes de cinco minutos. Es bastante fácil y rápido.
-Antes de cinco minutos... ¿Y acaso?
- ¡Por supuesto que puedo! -gritó- ¡Claro que puedo! ¿Con quien crees que estás hablando? ¡Yo era el hechicero supremo!

Entonces, tras un largo silencio en el que el tabernero sopesó las cosas, una idea le brotó en lo profundo de la cabeza:
-Y bueno, pienso yo, no es más fácil matar al rey y punto.
Aquellas palabras fueron un golpe en la cara de brujo, que, del tiro, hasta se le pasó la borrachera. Se acomodó bien en el asiento. Se pasó las manos por el rostro y luego de meditar una respuesta digna, le contestó:

-Ven acá chico... ¿Con quien tú crees que estás hablando?


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